Llevo un mes en Montreal y es con diferencia el mejor restaurante donde he comido. El sitio es precioso tanto dentro como fuera. El servicio perfecto, amable pero no agobiante y siempre atento. Y la comida excepcional...yo ví el rissoto en una una mesa y lo pedí por la buena pinta que tenía y Dios mío que cosa más deliciosa. La morcilla de mi amigo deliciosa como la de España. Y el cordero de mi novio se deshacía en la boca...volveré seguro. Y el postre pequeño pero perfecto con lo intenso que era