Me encanta el concepto de este restaurante: Café Sardine durante el día (brunch normalito pero excelente café) y taberna japonesa Iwashi por la noche. Dos chefs, dos menús y dos experiencias completamente distintas en un mismo local.
Fui a cenar el sábado pasado con mi marido y un amigo japonés. Los dos pidieron ramen, pero como a mí no me apetecía decidí pedir dos tapas: un delicioso tartar de atún servido en copa y un plato de caballa espectacular. Este último me dejó impresionada, sin duda volveré a pedirlo cuando vuelva. Mi amigo también lo probó y coincidió conmigo en que era excelente, así que lo recomiendo totalmente.
El lugar es pequeñito pero con mucho encanto, decorado con un toque vintage desenfadado y la cocina a la vista. Después se puede ir a tomar una copa al bar Waverly, a cinco minutos andando en el Boulevard Saint Laurent.